DIVERSIÓN, TEMOR Y DESTINO
TEMPORADA 1, EPISODIO 7 :
BALMAIN, CONDECORADO COMO HÉROE DE GUERRA: GINETTE SPANIER
Este episodio de L’Atelier Balmain profundiza en el desarrollo de Balmain a mediados de siglo, prestando atención a la vida y obra de uno de los miembros clave del reducido equipo que controlaba el crecimiento exponencial de la casa durante esta época decisiva: Ginette Spanier.
Spanier fue la primera directrice de la Maison (la primera directora de Balmain) y era una mujer de negocios muy avispada, que dirigió con destreza la estrategia comercial de Balmain durante casi treinta años. Spanier también era un personaje conocido, y no solo por ser amiga de muchas de las estrellas internacionales del teatro, el cine y la música, que necesitaban asesoramiento de moda tanto de ella como de Pierre Balmain. La fama de Spanier también se debía al éxito de su exitosa saga de sus memorias. Esas autobiografías narraban la increíble vida de Spanier. Tal y como se mencionaba en el fragmento de la retransmisión de «This Is Your Life» de 1972 con el que hemos empezado el pódcast de hoy, su fascinante historia vital se puede resumir en tres palabras: Ginette Spanier tuvo una vida de «diversión, temor y destino».
Como directora de la Maison durante sus años de formación, Ginette Spanier fue una figura clave para definir el crecimiento, las prácticas y la imagen de Balmain después de la guerra. Trabajó mano a mano con Pierre Balmain y su equipo de diseño para decidir lo que aparecería en las colecciones de cada temporada. También supervisaba el equipo comercial y forjaba relaciones con los clientes más importantes de la casa. Su pasión por nombrar a personas importantes es excepcional, pero las amistades que mantuvo con muchas de las celebridades más importantes de la época fueron de gran importancia para la casa.
Su trabajo en la alta costura de lujo y sus estrechas relaciones con famosos actores, escritores y cantantes de la época ayudaron a convertir sus tres autobiografías en éxitos de ventas... Pero sobre todo, lo que hace destacar a Ginette Spanier es su valentía y heroísmo durante la guerra.
Spanier, una británica nacida en Francia, y su marido francés, el Dr. Paul-Emile Seidmann, eran judíos. Por su propia seguridad y supervivencia, tuvieron que huir de París poco después de que los nazis invadieran la capital francesa. Pasaron más de cuatro años a la fuga, refugiándose con valientes résistants, granjeros y aldeanos, mientras viajaban de región a región en busca de un lugar seguro donde esconderse.
De algún modo, lograron sobrevivir. Y una vez que por fin llegaron al París recién liberado, decidieron colaborar con los aliados para poner punto final a la guerra. Paul-Emile Seidmann comenzó a trabajar en el nuevo gobierno provisional francés, donde llegó a dirigir los programas de rehabilitación para los deportados que habían sobrevivido y regresado de los campos de exterminio y las fábricas de trabajos forzosos.
Spanier se alistó en las tropas estadounidenses para ayudar con el reclutamiento de jóvenes estudiantes que conformarían un cuerpo bilingüe de secretarios expertos, operadores de centralitas, asistentes y traductores. Este equipo ayudaría a avanzar a los aliados hacia el este, cruzando Francia, para finalmente llegar a Alemania.
E incluso después de la caída de Berlín y de la confirmación de la victoria final, Spanier estaba decidida a continuar ayudando a los aliados para llevar ante la justicia a los criminales de guerra.
Ginette Spanier trabajó como voluntaria en los juicios de Núremberg. En estos juicios históricos, dirigidos por los victoriosos aliados, se procesó a los líderes capturados de la Alemania nazi por haber planeado y ejecutado el Holocausto, así como otros crímenes de guerra. Núremberg fue en realidad una sucesión de tribunales militares, que duró de noviembre de 1945 a octubre de 1946. Spanier organizó la creación y el servicio de un equipo de asistentes bilingües para los fiscales aliados.
Como reconocimiento por su apoyo a las tropas aliadas y su ayuda en los juicios de algunos de los criminales de guerra más horribles del siglo XX, Spanier recibió la Medalla de la Libertad de los Estados Unidos (un reconocimiento establecido por el presidente Truman para rendir homenaje a los civiles cuyas acciones respaldaron las acciones militares de los Estados Unidos y sus aliados).
En sus entrevistas, ponencias y escrituras, Spanier siempre afirmaba que los largos años que pasó huyendo y procesando a los nazis la habían marcado para siempre. Tras regresar a París, mucho después de los juicios de Núremberg (incluso décadas después de que comenzara supervisar las operaciones diarias de Balmain), no podía olvidad las lecciones esenciales que había aprendido durante la guerra.
LA PRIMERA DIRECTORA DE BALMAIN
En su primera autobiografía, It Isn’t All Mink, Ginette Spanier explica su función como directora de Balmain:
«Básicamente la directrice es responsable de cada problema humano que ocurre en la parte de la firma que se presenta al público. No se encarga de los talleres. Pero a veces sí, cuando un vestido no queda bien, en cuyo caso tiene que cooperar con los modistas encargados de los talleres. Si el terrible chirrido de dos maniquíes discutiendo sobre quién se pone qué vestido llegara a los oídos de, por ejemplo, la Begum Aga Khan, entonces eso también es responsabilidad de la directrice. Si el sonido de los lloriqueos y gruñidos de dos vendedoras discutiendo por una clienta llega a oídos de dicha clienta, eso también es responsabilidad de la directrice. Si una clienta no paga su factura, de algún modo eso también es responsabilidad de la directrice. Y así continuamente, todo el día».
It Isn’t All Mink,
Collins 1959
V&A Publishing 2017
LA CABINE DE BALMAIN
En el París de la posguerra, cada una de las famosas casas de alta costura contaba con un equipo completo de modelos internas a jornada completa. Eran mujeres que trabajaban todo el día en la casa, cada una con una serie de diseños en cada temporada, creaciones de alta costura que se habían creado específicamente para ellas y se habían ajustado a sus cuerpos. Y estas mismas modelos internas formaban parte de las muestras diarias que las casas realizaban para sus clientas, por la mañana y por la tarde.
Estas modelos formaban parte de lo que se denominaba la cabine de la casa. «Cabine» es una palabra francesa (que significa literalmente «cabina») que hace referencia a la sala entre bastidores donde las modelos se cambian de un conjunto de alta costura a otro. Y esa misma palabra se usaba de forma figurada para referirse al grupo específico de modelos que trabajaban en cada firma de alta costura. Pierre Balmain, como la mayoría de los diseñadores de alta costura de París, tenía su propia cabine, la Cabine de Balmain. Cada temporada, había entre 10 y 12 mujeres trabajando a jornada completa en la cabine de Balmain.
Para Balmain, al igual que para el resto de diseñadores, era importante que las mujeres de su cabine reflejaran la imagen y el espíritu de la Maison. Cada modelo de la cabine tenía una función específica. A cada una se le asignaba un tipo característico de imagen y espíritu. Por ejemplo, a algunas mujeres se las contrataba por que tenían un aspecto joven y fresco, que se asociaría con diseños más deportivos y desenfadados. Otras modelos daban una imagen más sofisticada, por lo que se las elegía para llevar elegantes diseños de noche de alta costura.
Las modelos de la cabine estaban muy vinculadas a las colecciones de cada temporada. Inspiraban los dibujos preliminares de Balmain y, desde ese momento, participaban en cada paso de la creación de cada prenda de alta costura. El nombre de la modelo se escribía en un lazo que se cosía en el vestido y, de un escenario a otro, la creación se ajustaba y se modificaba para que le quedara perfecta.
Por lo tanto, cuanto más inspirara la modelo al diseñador, más creaciones acabaría presentando en los desfiles de alta costura.
Cuando las modelos de cabine no estaban haciendo pruebas, ayudaban en las muestras diarias para las clientas. En Balmain, había una muestra diaria a las 15:00. También había presentaciones más íntimas por la mañana, normalmente sobre las 10:00, para aquellas clientas que querían ver solo algunos diseños específicos.
Entre bastidores, la vida en la cabine era dura; según lo que las modelos y los ayudantes han escrito, parece que hacía demasiado calor y había poco espacio. Las modelos podían tener ansiedad y preocupaciones, además de que las tensiones y la competitividad podían ser duras...
Para hacerte una idea de lo que se vivía en la época, puedes consultar el siguiente enlace para ver una serie de impresionantes imágenes del fotógrafo Mark Shaw, para Life Magazine, en 1954. Inmortalizó la cabine de Balmain mientras las modelos se cambiaban para las presentaciones. Las mujeres y las prendas son, desde luego, preciosas; pero se puede ver claramente que el espacio es muy reducido y se puede palpar la ansiedad y el ambiente frenético mientras las mujeres intentan cambiarse rápidamente para su siguiente turno con las clientas de Balmain.
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LOS PRIMEROS DESFILES DE BALMAIN
Justo después de la guerra, los desfiles de alta costura en París estaban a años luz de lo que estamos acostumbrados a ver en la actualidad. Durante los primeros años de Balmain, sus desfiles se celebraban en los salones de la casa, en 44 rue François Premier. Esos espacios de muestra se diseñaban como salones aristocráticos, con espejos y cuadros en las paredes, y con los asistentes sentados en pequeñas sillas doradas o sofás incómodos.
Desde luego no había estruendosas bandas sonoras en los desfiles. Las modelos, una por una, paseaban lentamente por espacio, para que los asistentes pudieran examinar la prenda de cerca, pedirle a la modelo que se diera la vuelta e incluso a veces tocar la tela. Normalmente, la modelo llevaba una tarjeta con un número que indicaba qué diseño llevaba. Ese mismo número (y quizás una breve descripción del propio diseño) se anunciaba por un altavoz, tarea que solía realizar Ginette Spanier, en inglés y francés.
Los asientos de primera fila no se reservaban para influencers o estrellas de la televisión. Esos desfiles diarios no eran eventos de marketing, el objetivo era la venta. Se trataba sencillamente de presentar los artículos a los compradores. A menudo, los miembros del equipo de ventas de la casa (les vendeuses) se situaban cerca de las clientas más importantes, mientras veían el desfile, y les susurraban para saber si les interesaba alguna prenda mientras las modelos desfilaban. Cuando una clienta señalaba los modelos que le gustaban, la vendeuse y la compradora se dirigían a un probador donde las modelos internas mostraban las prendas individualmente. Las compras finales se definían durante una serie de pruebas en el taller, un proceso que podía durar más de seis semanas.
PRALINE
A diferencia de la mayoría de las modelos del salón, Praline se convirtió en una celebridad en la Francia de la posguerra.
Nació en una familia de clase trabajadora en 1921 (su padre era autobusero y su madre trabajaba en una fábrica de guantes) y su nombre real era Jeannine Marie Lucienne Sagny. Como muchas otras antes y después de ella, Praline deseaba mudarse a París para convertirse en una estrella. Primero trabajó como dependienta y después como taquígrafa, pero finalmente pudo conseguir un trabajo como modelo interna en Lucien Lelong, donde Balmain diseñaba junto con Christian Dior.
Balmain y Praline estrecharon lazos rápidamente. Ella tenía una personalidad alegre y divertida, que Balmain comparaba con la de un «erizo de mar parisino», pero también veía en ella la «personificación del encanto femenino» y la «elegancia majestuosa de una cortesana». En Lelong, Balmain admiraba la capacidad de Praline de cambiar de un estilo a otro en un instante... Podía tener un aspecto gamine en un conjunto de playa y después salir al salón unos minutos después como una elegante aristócrata, con vestido largo o un lujoso abrigo de pelo.
Praline siguió a Balmain cuando se fue de Lucien Lelong. Y fue Pierre Balmain quien la rebautizó. Balmain sentía que un nombre como Jeannine era demasiado «corriente» y, después de verla cerrar su desfile de alta costura con un vestido rosa y blanco, Balmain decidió que era tan «agridulce como una praline», y se quedó con ese nombre.
Tenía una personalidad poco convencional; siempre dispuesta a hacer el tonto. Pero también era totalmente impredecible. Por ejemplo, a veces desaparecía durante unas horas justo antes de un desfile, haciendo que los miembros del equipo de Balmain tuvieran que salir a buscarla por toda la ciudad. Una vez la encontraron en una estación de tren, otra vez en el aeropuerto de Orly; en ambas ocasiones tenía un billete en la mano, con todo listo para escapar rápidamente de París...
Muy poco fiable, desde luego, pero... no tenía un pelo de tonta. Solo se iba del salón de Balmain DESPUÉS de que los vestidos de alta costura de la Maison se hubieran confeccionado a medida para ella. Antes de eso, nunca se hubiera planteado perderse una prueba, porque entonces Pierre Balmain podría simplemente elegir a otra modelo que la sustituyera.
Esa volatilidad y falta de fiabilidad se traducían en que Pierre Balmain y ella (aunque estaban muy unidos) tuvieron unas cuantas discusiones acaloradas.
Praline fue una de las pocas modelos de salón que consiguieron una fama considerable en Francia.
Eddie Constantine escribió una canción de éxito sobre Praline, que fue interpretada por Jean Sablon. Y también publicó una exitosa autobiografía: Praline: Mannequin de Paris. ¡Con 30 años!
A lo largo de los años, a pesar de su éxito como modelo de Balmain, siempre quiso convertirse en una estrella de cine.
La seleccionaron varias veces para papeles pequeños, como modelo parisina en películas. Más adelante, comenzó a actuar en algunas películas francesas, con su nombre real, Jannine Marsay (su marido, Michel Marsay, también era actor).
Pero falleció en 1952, con 31 años, en un accidente de coche.
Balmain se quedó destrozado al enterarse. En la misa de su funeral en la amplia iglesia de San Agustín de París, su ataúd estaba completamente cubierto de rosas y los numerosos espectadores dijeron que era enorme. El funeral fue un evento mediático, que se cubrió en todas las revistas parisinas de la época.
BRONWEN PUGH (CONOCIDA COMO LADY ASTOR)
Todas las integrantes de la cabine de Balmain (como cualquier modelo de otras casas de alta costura) se seleccionaban para cumplir un papel específico. Para mostrar mejor sus diferentes diseños, Pierre Balmain explicó que básicamente quería tener dos tipos de modelo en su cabine.
El primer tipo lo definió como una mujer que fuera «descarada y de elegancia atrevida». Era el papel ideal para Praline.
El otro tipo de modelo de la cabine de Balmain era un maniquí clásico y elegante, alguien que diera la apariencia aristocrática de una «mujer de mundo». Bronwen Pugh era la apuesta perfecta. Desprendía una esencia señorial y altiva, y destacaba por su actitud indiferente y de superioridad.
Bronwen nació en Londres en 1930. Era la hija de clase media-alta de un juez, y cuando tenía nueve años, la enviaron a formarse en una escuela tradicional galesa de lengua y cultura. Cuando terminó, soñaba con convertirse en actriz. Se matriculó en la Central School of Speech and Drama, pero tras comunicarle que era demasiado alta para el cine y el teatro (medía casi 1,80 m), estudió para convertirse en profesora de teatro.
Y después, tras graduarse, era obvio que no le interesaban demasiado los puestos de docente. En su lugar, trabajó como modelo para diseñadores londinenses y acabó trabajando en un espacio publicitario de la BBC, como sustituta de una famosa presentadora que estaba de baja por maternidad. Después de terminar ese trabajo en la BBC, en 1956, viajó a Roma para desfilar y luego fue a París, donde Balmain quiso contratarla en cuanto la vio.
Pero no todo Balmain estaba de acuerdo. La madre de Balmain, Françoise Balmain, y la directora de la Maison, Ginette Spanier se oponían a su contratación, puesto que la consideraban demasiado alta y de apariencia extraña. Spanier llegó a sugerir con malicia que parecía un miembro de la familia Addams.
Sin embargo, Balmain estaba convencido de que era perfecta para su marca y, con el tiempo, consiguió convencer al resto. Estaba seguro de que era la nueva Garbo y la animó a estudiar las películas y el estilo de las actrices suecas. Y Bronwen hizo los deberes.
Además de su altura, su pálida tez, su cabello castaño y grueso, y sus intensos ojos verdes (y ese aspecto aristocrático al estilo de Garbo), Bronwen destacaba por su forma de caminar, muy característica y potente, durante las presentaciones de la casa. La crítica de moda del New York Herald Tribune describió con humor la presencia altiva de Bronwen durante un desfile, subrayando que Bronwen arrastraba su abrigo de piel de Balmain «como si acabara de matarlo y se lo trajera de vuelta a casa a su pareja».
En 1959, cuando se estaba recuperando de una dolorosa ruptura, empezó a salir con William Astor. Astor («Bill» para los amigos) era conocido formalmente como el tercer vizconde Astor. Tenía 22 años más que ella, se había casado dos veces y tenía dos hijos.
Cuando se casaron un año más tarde, la prensa británica se entusiasmó con la historia de la modelo parisina de Gales casada con un hombre que podría ser su padre y que, por casualidad, era también uno de los hombres más ricos del mundo.
Porque, en efecto, Bill, siendo un Astor, era tremendamente rico.
Era barón y un representante del Partido Conservador. También tenía numerosas propiedades, incluida una gran parte del fideicomiso familiar, que abarcaba barios bloques del centro de Manhattan. También tenía propiedades en Londres, Escocia, Irlanda y en varias zonas de los Estados Unidos... Y quizá la más conocida era la enorme villa palaciega en el río Támesis, conocida como Cliveden...
Astor y Cliveden fueron piezas clave del caso Profumo, que sacudió al Reino Unido a principios de los 60. El caso Profumo incluía espías rusos, preciosas modelos (Bronwen), miembros ricos de los tories (Bill), ministros del Gobierno y mucho sexo.
Destruyó un gobierno, ayudó a cambiar el curso de la historia moderna británica y hundió varias las carreras y vidas, incluidas las de Bill y Bronwen.
Hoy en día, se pueden observar muchos paralelismos entre el caso Profumo y el reciente caso de Jeffrey Epstein. Había muchos hombres poderosos que tenían comportamientos sospechosos (en el mejor de los casos) y una falta de respuestas a causa de un suicidio inesperado.
Al final, el vizconde y Lady Astor quedaron como un mero ejemplo de miembros de una élite corrupta y deshonesta que se habían pasado demasiado tiempo abogando por la clase obrera mientras vivían de una manera completamente diferente tras las paredes de sus mansiones.
El caso Profumo dinamitó el matrimonio de los Astor y su posición en la alta sociedad inglesa. Ante el público, Bill era considerado un sórdido vividor y un adúltero o, en el mejor de los casos, un tonto. Los eliminaron por completo de la alta sociedad londinense. El vizconde Astor huyó Londres y murió en las Bahamas en 1966 con el «corazón roto».
No obstante, fuera cual fuera la relación del vizconde Astor con Ward, parece no haber pruebas que confirmen la culpabilidad de Bronwen Pugh, excepto quizás de su mal criterio.
Tras la muerte de Astor, Bronwen dio un cambió radical a su vida.
Llevaba tiempo interesada en la filosofía del jesuita francés Pierre Teilhard de Chardin, y se convirtió al catolicismo. Con su herencia de los Astor, se mudó a Surrey con sus dos hijas para fundar una comunidad cristiana carismática. Estudió psicoterapia y más tarde fue nombrada presidenta del Religious Experience Research Centre de Oxford.
LA EXITOSA CANCIÓN SOBRE PRALINE
Durante este episodio, Lynn Yaeger ha aportado su toque personal a la letra traducida de una exitosa canción de principios de los 50 sobre una de las estrellas de Balmain: Praline. París ha visto trabajar a muchas mujeres de gran belleza (y hombres) como modelos, pero solo unas pocas han conseguido alcanzar tanta fama como Praline. Y no se nos ocurre nadie a quien le hayan dedicado una famosa canción. Esta canción de 1951 la escribió Eddie Constantine y la interpretó Jean Sablon. La melodía comienza con una exclamación de asombro hablada: «espera, ¿no conoces a Praline?». Después, da paso a la canción que sigue a Praline en uno de sus días como la modelo estrella de Balmain; comienza con su paseo matutino por los Campos Elíseos, continúa con un duro día de desfiles (durante el cual siempre consigue mantener un aspecto impoluto) y, por último, aunque está cansada, la convencen para salir por la noche y termina enamorándose del cantante. Ese cantante termina la canción contándole al oyente que ahora él es el afortunado que está comprometido con Praline. Et la vie est jolie!
Sur les Champs Elysées
Ses cheveux tout bouclés
Elle est fraîche et jolie,
C'est Praline regardez-la marcher
Elle a l'air de danser
Sur le coup de midi c'est Praline
Elle est toujours bien habillée
On dirait qu'elle est riche
Bien chapeautée, chaussée, gantée,
Elle a même un caniche
Car elle est mannequin
Du velours au satin
Elle pass' la journée, c'est Praline
Une robe du soir, le manteau rayé noir,
La robe de mariée, c'est Praline
Huit heur's tout' seule et fatiguée
Elle rentre chez elle
Demain il faut recommencer
Elle oublie qu'elle est belle
Sur les Champs Elysées
Des Messieurs distingués
Feraient bien des folies pour Praline
Ell' fait " non " gentiment
Ell' ne veut qu'un amant
" Et ce s'ra pour la vie " dit Praline
Le soir où je l'ai rencontrée
Ell' m'a fait un sourire et puis
On est aller danser
Après... j'peux pas vous l'dire
Depuis tout a changé nous sommes fiancés
Et la vie est jolie Ah! Praline
On va se marier c'est banal à pleurer
Mais c'est moi qui souris à Praline
A ma Praline
PRALINE
SUNG BY JEAN SABLON
℗ 1951 Parlophone / Warner Music France, a Warner Music Group Company
Composer: Bob Astor
Composer: Eddie Constantine
Writer: Francois Jacques
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Desde su escritorio, situado en lo alto de la imponente escalera central de la legendaria casa de Balmain en 44 François Premier, Ginette Spanier supervisó el trabajo diario, la logística, las ventas, las presentaciones y la planificación de la casa Balmain durante treinta años. ©Balmain
Fotografías grupales de los primeros miembros del equipo de Balmain, incluidos maniquíes y otros. ©Balmain
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Pierre Balmain y Praline, en una presentación especial de Balmain a finales de los 40. ©Balmain
Photo Credits:
01 : Photo of Ginette Spanier, Balmain house model Marie-Thérèse, and Pierre Balmain from a CBS interview broadcast on American TV on January 8, 1960. Copyright Free. Source: Wikipedia Commons- 02 : Ginette Spanier with Pierre Balmain. ©Balmain
- 03 : Ginette Spanier (standing) directs some of the members of Balmain’s Cabine of in-house couture models. ©Balmain
- 04 : Ginette Spanier working inside the Cabine (backstage) with the house dressers, models and crew, during a Balmain haute-couture presentations. ©Balmain
- 05 : Ginette Spanier, backstage in the Balmain Cabine, directing the house’s team of models, dressers and assistants during one of Balmain’s daily haute-couture presentations. ©Balmain
- 06 : A photo from one of the Balmain daily haute-couture presentations. ©Balmain
- 07 : Ginette Spanier, in Balmain showroom, closely inspecting one of the house’s latest designs. ©Balmain
- 08 : Images, from the 1940s, of Praline, wearing Balmain gowns ©Balmain
- 09 : Images of Bronwen Pugh, wearing Balmain. ©Balmain
- 10 : Praline and Pierre Balmain. ©Balmain
Credits :
Balmain Creative Director: Olivier Rousteing- Audio: This Is Your Life, 09.02.1972: Courtesy of Ralph Edwards Productions, TIYL Productions & Fremantle
- Special Podcast Guest: Lynn Yaeger
- Episode Direction and Production: Seb Lascoux
- Balmain Historian: Julia Guillon
- Episode Coordination: Alya Nazaraly
- Research Assistance: Pénélope André and Yasmine Ban Abdallah
- Digital Coordination/Graphic Identity: Jeremy Mace
- Episode researched, written and presented by John Gilligan
To explore further:
Pierre Balmain: My Years and Seasons, (Doubleday, 1965)- Ginette Spanier: It Isn’t All Mink (Collins, 1959 and V&A Publishing, 2017)
- Ginette Spanier: And Now It’s Sables (R. Hale, 1970)
- Ginette Spanier: Long Road To Freedom (R. Hale, 1976)
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