En sus memorias, Pierre Balmain recuerda que estaba cenando con su amigo, el diseñador Cristóbal Balenciaga, cuando llegó la noticia de que su ciudad había sido finalmente liberada. Balmain relata las increíbles emociones que sintieron al oír cómo la ciudad estallaba al son de la Marsellesa, cuando las fuerzas francesas del general Leclerc entraron en la ciudad.

Cuando se enteró de que los propietarios planeaban convertir todos los apartamentos del edificio en locales comerciales, Pierre Balmain tomó allí mismo una decisión que cambiaría su vida: el número 44 de François Premier se convertiría en el primer taller y sala de exposiciones de su nueva casa de moda homónima, la casa Balmain. Y esa dirección, ahora icónica, ha seguido siendo el buque insignia de la casa en París durante más de 75 años.