Nacido y criado en St Jean de Maurienne, un pequeño pueblo alpino de la bella y remota región francesa de Saboya, Pierre Balmain se trasladó a París en 1933 para estudiar arquitectura, pero pronto abandonó sus estudios para dedicarse de lleno a la moda.

En 1939, tras la invasión nazi, Balmain fue llamado al servicio militar francés y regresó a su Saboya natal para formar parte de las defensas alpinas. Tras la caída de Francia, Balmain tuvo la suerte de evitar el destino que sufrieron tantos otros jóvenes franceses: ser enviado a Alemania para realizar trabajos forzados para la maquinaria de guerra nazi. En lugar de eso, regresó a París a trabajar para Lucien Lelong, que supervisaba una de las casas de alta costura más exitosas de París.

Durante su estancia en la casa de alta costura de Lelong, Balmain trabajó junto a otro diseñador francés, Christian Dior. Aunque Dior y Balmain tenían personalidades muy diferentes y Dior era diez años mayor que Balmain, ambos se hicieron buenos amigos y aliados. Además, Dior ayudaba a calmar los ánimos cada vez que Lelong y Balmain discutían. El talento combinado de Balmain y Dior transformó la casa, como explicó Balmain en sus memorias, ayudando a que Lelong pasara de ser una casa "donde una mujer podía comprar un vestido a una de donde simplemente tenía que comprar un vestido".

Durante la ocupación, siempre que visitaba a su madre en Saboya, Balmain se aseguraba de reunirse con sus nuevas amigas, Alice y Gertrude, yendo a verlas a su casa en un pequeño pueblo cercano. Su total dedicación a la pareja puede apreciarse en la ropa especial que creaba para ellas. Pierre Balmain confeccionaba los característicos trajes y vestidos de tweed, cálidos y confortables, que ellas le pedían. Estos diseños, que ponían de manifiesto su singular talento y habilidad, no tenían nada que envidiar a los vestidos de alta costura que diseñaba al mismo tiempo en París.